La patología del tendón es una de las lesiones más comunes en el deporte. Gran parte de los deportistas sufren esta patología o la sufrirán en el futuro. La tendinopatía es bastante compleja, tanto por su clínica como por su tratamiento, ya que evoluciona y responde a los tratamientos de manera diferente. El término “tendinitis” no es correcto, ya que no se encuentra inflamación en el tendón, por lo que desde hace algún tiempo se les llama tendinopatías.
Para un correcto tratamiento de una tendinopatía debemos de tener claro que el tendón no necesita reposo y que si necesita cargas controladas. Esto no significa disminuirla, sino adaptarla en todo momento a la situación en la que se encuentra el deportista, tanto las cargas que requiera tu entrenamiento como las cargas de trabajo para recuperar al tendón. De hecho, en multitud de ocasiones, las tendinopatías vienen por incrementar la carga de actividad física sin que el tendón esté preparado para ello. También aparecen después de un tiempo de inactividad, donde al comenzar de nuevo sometemos a una carga elevada al tendón, por este motivo, recomendamos durante periodos vacacionales, etc. hacer un trabajo preventivo activo sobre el tendón mediante ejercicios excéntricos, etc. bien dirigidos.
Debemos de analizar los factores de riesgo, que pueden dividirse en:
Intrínsecos, son aquellos como la edad, predisposición genética, sexo, alteraciones estructurales a nivel articular que afecten a la mecánica del tendón, etc. Aquí podremos actuar sobre algunos aspectos pero no sobre todos ellos.
Extrínsecos, sobre ellos si podemos actuar más y son muy importantes, tales como errores de entrenamiento, cargas descontroladas de ejercicio, materiales como ropa, calzado para actividad deportiva, superficie sobre la que se ejerce el deporte, etc. Estos aspectos pueden ocasionar entre el 60 y 70 por ciento de la patología tendinosa, por lo que deben de ser valorados antes de iniciar una actividad determinada.
Cuando la tendinopatía está instaurada, la solución no pasa por cesar la actividad deportiva a menos que el dolor y la sintomatología sea totalmente invalidante. No debe pararse nunca por una tendinopatía. No podemos entender el tendón como una estructura inerte, sino como una estructura adaptable, entrenable, metabólicamente activa y como transmisor y dispersor de fuerzas.
Si somos capaces de desarrollar planes de tratamiento enfocados a dar un estímulo suficiente al tendón como para adaptarse a los nuevos requerimientos físicos y no pasarnos en el estímulo (puesto que podríamos lesionar el tendón) conseguiremos el objetivo de ayudar al cuerpo a regenerar la parte tendinosa degenerada y solucionar la lesión. Igualmente importante es la prevención, lo primero es que el deportista debe conocerse, debe saber si tiene alguna alteración en los ejes de carga del miembro de la tendinopatía, si tiene pies planos, etc.
Si el proceso que comienza con una tendinopatía reactiva evoluciona, provocará zonas “débiles” intratendinosas, y con el tiempo tendremos un tendón extremadamente degenerado, cualquier pequeña acción por banal que parezca podrá romperlo, como por ejemplo bajando escaleras. Si tenemos en cuenta estos factores, nadie debería llegar a pensar en una intervención quirúrgica para solucionar su problema tendinosos.
Desde nuestra consulta ésta es la forma de actuación: haciendo énfasis en la prevención, identificando los factores causantes de la lesión e individualizando el tratamiento.