Tecnopatías del músico y otros profesionales de las artes escénicas (cantantes, actores)

Tecnopatía es una palabra reciente que define los trastornos derivados de una determinada actividad laboral, asociada a gestos técnicos o al uso de instrumentos o herramientas.

Estas lesiones, las tecnopatías del músico, hacen referencia, en la mayoría de los casos, a un trastorno físico derivado de una acción repetitiva y con una postura mantenida durante muchas horas. Como ejemplo: el Mesias de Handel, una pieza que dura tres horas; el brazo derecho del primer violoncelista, el que maneja el arco, se mueve hacia arriba y hacia abajo 740 veces en una sola aria de dos minutos. O el Sexto Estudio de Paganini, en el que se tocan más de 1.800 notas por minuto. Por no hablar de las horas de estudio que requiere esa excelencia profesional y el hecho de que la actividad se inicia a una edad muy temprana.

Causas

La disciplina de las ciencias de la salud aplicada a las artes escénicas es bastante nueva. Es en la década de los 90 cuando se realiza un mayor número de estudios. No obstante, son pocos los especialistas en esta materia, ya que es en la actualidad cuando las artes escénicas comienzan a considerarse como “deportes de élite”. De todas formas, ya hubo personas, como Mathias Alexander, que, a principios del siglo XX se vio obligado a investigar y desarrollar la técnica postural que lleva su propio nombre, ya que perdió la voz en escena por una mala colocación corporal.

Si la actividad instrumental llega a convertirse en un cúmulo de problemas en una fase tan delicada y trascendental como es la formación, esta se verá afectada negativamente, y en muchos casos, se convertirá en un gran determinante para el desarrollo de su carrera, incluso para el abandono de ella.

En la mayoría de las ocasiones, las causas del problema son un exceso de actividad, una técnica mal aplicada o la realización de movimientos repetitivos que suponen una acumulación de factores traumáticos.

En los últimos años, ha existido un avance importante gracias a estudios científicos, y desde diferentes disciplinas, como las ciencias de la salud, la fisiología del ejercicio y el deporte o la ergonomía. Se ha avanzado en el aspecto de las lesiones del aparato locomotor en los músicos, pero no existe un referente específico que nos pueda indicar cuál es la situación respecto a las tecnopatías del músico en su periodo de formación.

Teniendo en cuenta que la anatomía humana está diseñada para soportar esfuerzos fundamentalmente dinámicos, no es de extrañar que cada músico solicite de una manera extraordinaria alguna o varias regiones de su cuerpo, ya sea para la realización de movimientos rápidos y precisos o para el mantenimiento de una postura estática. Esta situación puede condicionar la aparición de patologías con las posiciones forzadas durante la práctica instrumental, la cantidad de horas invertidas y la práctica de alguna técnica equivocada. También es cierto que existen algunos factores individuales que predisponen a sufrir una u otra lesión relacionadas con las tecnopatías del músico.

Recientes estudios demostraron que aquellas personas que realizan su actividad en presencia de una lesión, tanto en el ámbito instrumental, como en el laboral y deportivo, nunca van a poder sacar el máximo rendimiento a su labor. Esto es lo suficientemente importante como para tomar muy en cuenta este problema.

Además, la literatura nos muestra una alta prevalencia de músicos con alguna sintomatología musculoesquelética y el alto impacto que conlleva para la profesión.

La complejidad neuromuscular y el alto nivel de maestría que exige la interpretación musical, por ejemplo, hace que los músicos sean muy susceptibles a una amplia variedad de problemas discapacitantes que puede repercutir seriamente en su carrera.

 

El coste energético se mide en equivalentes metabólicos, cuya denominación en inglés es metabolic equivalent. El coste energético al tocar música varía de 1,8 a 5,5 MET, según el tipo de instrumento, la posición para tocar (sedestación o bipedestación) y la actividad (por ejemplo, tocar marchando). Estos valores son comparables con deportes como el billar, cuyo gasto energético es de 2,5 MET; jugar a los bolos, 3 MET; el tiro con arco, 3,5 MET; tenis dobles, 5 MET, o la esgrima, 6 MET.

Es por ello por lo que consideramos al músico, al cantante, al actor y todas aquellas profesiones donde el grado de excelencia es tan exigente como un deportista de élite y como tal debe de ser tratado.

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